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Tu espacio de meditación es un lugar de entrenamiento, donde se van desarrollando algunas actitudes importantes para la vida, que nos aportan una mayor serenidad y una mejor relación con lo que acontece.

Para ello, ten en cuenta estas actitudes antes de sentarte a observar tu respiración, o cualquier otro tipo de práctica que hagas. Esto, te dará el enfoque que necesitas para que tu práctica se desarrolle de una manera adecuada.

Mente de principiante

En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la mente del experto hay pocas, ya que esa predisposición al “ya saber” hace que no deje espacio para el saber. Por ello, es tan importante mirar nuestra mente, nuestro organismo, sensaciones, etc., como si fuera la primera vez que lo observamos, con mente abierta y cuidadosa, dispuesta a observar lo que sucede sin ponerle nada a la experiencia, ya que eso que le ponga me separa de descubrirlo.

Piensa que lo que en un momento aprendiste sobre algo que observas puede que ahora ya no te sirve o te esté impidiendo mirarlo con los ojos de la persona que eres en este momento

Haz la prueba por ejemplo, observando tu respiración como si nunca antes lo hubieras hecho, o (algo más complicado), mirando a una persona que es familiar para ti como si nunca antes la hubieras visto

No juzgar

Hay un dicho que habla sobre que nuestra mente tiene velcro para lo negativo y teflón para lo positivo. Es decir, de manera automática nos quedamos mucho más pegados a lo negativo que a lo positivo, esto tiene que ver con nuestro instinto de supervivencia, por ello nuestra atención se va mucho más a la amenaza que a lo que se interpreta no lo es. Lo que sucede es que lo que interpretamos como amenaza puede que sea ese mantenimiento de nuestra famosa zona de confort… y eso nos impide estar más tranquilos con lo que realmente nos sucede, que es completamente imprevisible y natural

Por ello, el no juicio no se refiere a que tengamos falta de discernimiento, ni mucho menos, sino a que podamos abrirnos a observar y no rechazar aquello que etiquetamos como negativo, al igual que podemos hacer con lo que etiquetamos como positivo, ya que ambos polos forman parte de la existencia, de la vida, de lo natural

Aceptación

Aceptación que no resignación, es el reconocimiento de lo que sucede tal y como sucede, sin quitarle ni añadirle nada. Significa que si algo no te agrada y puedes hacer algo al respecto te pongas en marcha para cambiarlo, pero si no puedes hacer nada, puedas aceptar esa circunstancia sin lucha. Como por ejemplo la lluvia.

Dejar ir o permitir

Dejar ir o permitir que cada situación o circunstancia siga con su rumbo orgánico y natural. Si no dejamos ir aquello que ya no nos sirve o nos está impidiendo crecer es imposible que dejemos espacio para algo nuevo, fresco y vivo. Como sucede en la naturaleza, los árboles sueltan las hojas muertas en otoño, dejando espacio para nuevos brotes, vivos, con algo maravilloso que aportar

Confianza

Entrenar la confianza supone abrirse a lo que sucede a cada momento sin luchar contra ello, siendo conscientes de que si esto es lo que siento y esto es lo que sucede es que ha de ser así, y la importancia de honrarlo, respetarlo y mirarlo para aprender de ello. Primeramente, puedes confiar en tu cuerpo, observa como funciona de manera autónoma, lleva su ritmo, cambia su energía, todo ello porque es orgánico y necesario que así sea. Confía.

Paciencia

Practicar la paciencia es vivir en sintonía con la naturaleza, ya que los procesos tienen un ritmo y tiempo determinado. Al igual que no se puede acelerar el crecimiento de una sabina, tampoco el proceso emocional de un aprendizaje, que también es pura naturaleza, requiriendo su tiempo. Por ello, ser paciente es honrarlo, honrarte como ser humano.

No forzar

No esforzarse no significa resignarse o no tener determinación en hacer las cosas, sino que a veces nos esforzamos en ir en contra de algo que no podemos cambiar, luchamos con aquello que sentimos incómodo; por ello, es importante no esforzarse, no luchar, sino mirar lo incómodo como algo más de la vida que me permite aprender y avanzar hacia quien soy.

Podemos añadir dos más…

La gratitud

La gratitud por ejemplo es una actitud que me ayuda a conectar con el presente, darle valor. Porque la vida pasa muy desapercibida y cada vez carece más de consciencia en lo que tenemos, lo que hacemos, lo que la vida y los demás nos dan. Por ello, agradecer implica dar valor a la vida. Se puede practicar en esa comida rica que nos hicieron, en ese baño caliente, este atardecer que me regala el día de hoy o esa llamada.

La generosidad

Generosidad no significa ser un dador sin límites, la generosidad tiene que incluirme para poder ser saludable.

Recordemos que la verdadera generosidad o altruismo viene del egoísmo, el egoísmo consciente es aquel en el que yo me doy lo que necesito en este momento porque he de priorizarme, y desde ahí podemos ir al siguiente paso que es la generosidad, que nunca me excluye, que no me deja deuda interna o externa.