Se habla mucho de la tradición pero, ¿qué pasa con mantener vivo ese legado desde este momento? ¿Acaso no se puede a no ser que te peles la cabeza y te vayas a vivir al campo?
La enseñanzas del Zen van mucho, muchísimo, más allá que todas estas ideas que tenemos acerca de la tradición, y está mucho más cerca de nuestro mundo cotidiano de lo que pensamos, además de ser una vía que está al servicio de todo aquello que pueda sucedernos como seres humanos jóvenes del siglo XXI con pareja, curro, amor por la música electrónica, los iPhone y los viajes trascendentales (si es en otro continente mejor que mejor), así como nuestra gran afición al deporte de montaña, de mar o de viento (contexto en el que nuestra exigencia puede sacar las garras)
EL Zen no es para gente mayor que se aburre en casa, es para personas despiertas que anhelan dar claridad en sus vidas, comprenderse, escucharse y comenzar a tomar decisiones alineadas a su naturaleza individual, para chicos y chicas, hombres y mujeres, que no saben cómo resolver un montón de enigmas que surgen en su organismo, cómo abordar un conflicto (o simplemente cómo dejar de comer o fumar compulsivamente)
En esta era de la dispersión y la distracción absoluta, quien no haya sentido ansiedad al relacionarse con el smarthphone es anecdótico, quien esté pensando en salir de la ciudad y vivir una vida mas tranquila es algo que palpita en los corazones de muchos seres humanos, pero mucho más cerca está el vivir con mayor libertad. Y eso no significa que te vuelvas un radical o te vayas a vivir a otro lugar, significa que puedas mirar todas las opciones de vida con la misma curiosidad e interés (si te late tener una familia es ok, si te late vivir en la city es ok, si te late no tener hijos es ok… nada es mejor ni peor… ) porque lo que es digno de observar es ese movimiento de dejarme llevar por algo que no va conmigo por miedo a no encajar en un modelo de vida (el que sea, da igual), que por cierto a todos nos ha pasado
El Zen, básicamente, apoya tu naturaleza humana y te invita a que te despojes de todo aquello que has creado a tu alrededor que te impide avanzar, (tal como hacen los árboles en otoño cuando se desprende de esas hojas secas que ya no tiene sentido seguir agarrando) como esos roles que sientes has de seguir manteniendo para sobrevivir (sentirme querido y valorado por XX), esas creencias hacia cómo has de vivir tu vida para ser feliz o sentirte pleno…
En el Zen todo se cuestiona, todo pasa por esa resonancia interna, esa pregunta clave “- ¿Esto va conmigo? – ¿Esto tiene sentido para mí? – ¿Me produce paz o me produce ansiedad? -” que no es contestada por la mente, sino por todo tu cuerpo dejándose sentir por esa pregunta, no teniendo más remedio que ser honesto con lo que vibra… Esa es la información más limpia que puedes obtener hacia ti, que te abras a escucharla es tu decisión